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Entrenar con objetivos toda la temporada

Ya ha empezado la temporada, ¿tenemos claro cuáles son esos retos, metas u objetivos que queremos conseguir?, ¿qué vamos a mejorar cuando vayamos a entrenar?, ¿hacia dónde vamos? o ¿en qué parte del camino estamos?

Necesitamos dar sentido a lo que hacemos, tener motivos que nos inciten a entrenar y sobre todo, a mejorar. Motivos que transformaremos en objetivos, tanto de resultado como de rendimiento. Aclaremos estos conceptos:

 

Los objetivos de resultado, o incluso podríamos llamarlos “expectativas” de resultado, son esos logros que nos haría ilusión conseguir durante la temporada: “hacer un determinado % en la liga; terminar entre los/as 10 primeros/as del ranking a final de temporada; llegar a semifinales con el equipo en tal campeonato…”.

 
Estos objetivos se enfocan en todo momento a un resultado, cuya consecución no solo depende de nosotros, sino también del/la rival, de la suerte, de las circunstancias de ese día, del/a árbitro, etc. Hay muchos factores que entran en juego. Por tanto, estos objetivos que no podemos controlar al 100%, deberíamos de intentar que no nos presionaran ni nos obsesionaran, sino todo lo contrario, que nos motivaran. Nadie nos obliga ni nos exige conseguirlos. Son objetivos que nos deben retar y motivar, nada más. Tenerlos en mente cuando las cosas se tuerzan, para recordarnos dónde queríamos llegar: “yo quería estar en la final… estoy a un paso, no me voy a rendir ahora ¡lo puedo conseguir!”
 
A la hora de marcarnos estos objetivos de resultado tendríamos que intentar que fueran realistas, cómo no, pero que tuvieran un buen punto de optimismo e ilusión. Querer poner a prueba nuestros límites, sin que nos pudiera llegar a frustrar. Saber que, si lo damos todo, realmente somos candidatos/as a conseguir esos resultados. Sin presionarnos, podemos marcarnos tantos objetivos de resultado como queramos. Porque como dicen los optimistas, “nos pueden quitar un sueño, pero nunca las ganas de seguir soñando” y otra cosa no, pero “la ilusión, ni tocarla”.
 

Una vez establecidos nuestros objetivos de resultado, damos paso a los principales protagonistas de la temporada y de nuestro día a día: los objetivos de rendimiento.

 
Lo más importante de estos objetivos es que su consecución depende exclusivamente de nosotr@s. Con compromiso, esfuerzo y perseverancia, el éxito está garantizado, entendiendo el éxito como crecimiento personal y profesional. Son esos objetivos que suelen estar encabezados por un “mejorar o aprender….”. Por ejemplo: aprender un nuevo saque, mejorar la concentración en entrenamientos y partidos, mejorar un gesto técnico… Y así podríamos seguir, porque seguro que hay muchas cosas que nos gustaría mejorar. Lo ideal, bajo mi punto de vista, es marcar una media de dos objetivos de rendimiento a medio plazo, octubre-enero por ejemplo, e ir ajustándolos o cambiándolos una vez que los consigamos.
 
A diferencia de los objetivos de resultado, los objetivos de rendimiento precisan de un plan de acción y de compromisos concretos. Es necesario definir en detalle cómo los vamos a conseguir, a qué nos comprometemos y qué “precio” estamos dispuestos/as a pagar.
 
Por último, faltaría proponer un método de evaluación que nos indique objetivamente que estamos mejorando, que vamos por buen camino. Tener datos que avalen nuestro crecimiento y que nos ayuden al mismo tiempo a consolidar una confianza que no solo dependa de los resultados, sino también de aspectos que controlamos, como son nuestros progresos. Saber que, si los resultados fallan temporalmente, será cuestión de tiempo que recojamos los frutos. Pongamos un ejemplo en tenis de mesa de este tipo de objetivos:
 

o Objetivo de rendimiento: mejorar el saque corto cortado, intentando que la pelota vuelva.

 

o Plan de acción y compromisos: hacer tres cestos de pelotas los lunes, miércoles y viernes después del entreno y poner en práctica este saque tanto en los partidos del entreno como en la competición.

 

o Método de evaluación: hacer un “examen” inicial en octubre de 30 saques, anotando los que vuelven (X/30), y otro “examen” final en enero para registrar la mejoría.

 
A la hora de evaluarnos los números o los vídeos no suelen fallar. Número de: top spin con efecto, primeras entradas, rondas seguidas… y vídeos, especialmente para evaluar el movimiento de piernas o aspectos técnicos que necesitan verse para poder compararse con un “antes” y un “ahora”.
 
Marquemos objetivos de resultado para llenarnos de ilusión y objetivos de rendimiento para hacer que nuestras ilusiones se cumplan. De este modo, ganaremos en confianza al tener pruebas que acrediten nuestra mejoría, y en atención y concentración, al tener un foco en el que estar pendientes cuando vamos a entrenar.

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